martes, 27 de diciembre de 2011

Lujos sencillos

En estos tiempos que corren existen algunas cosas de las que podemos disfrutar y que son muy, muy sencillas, pero por desgracia nos cuesta mucho apreciar o sabemos que están ahí y se nos suelen olvidar. Muchas de ellas tienen que ver con la naturaleza: hace dos noches estuve en medio del campo observando las estrellas en medio de un frío cortante. Observé una estrella fugaz, o un pequeño cometa que atravesaba mi zona de visión del cielo. También podían verse las luces de varios núcleos de población en la distancia.
Cualquier ejercicio físico bajo este frío de diciembre, con el que sientes cómo el cuerpo compensa la temperatura exterior es otro de esos pequeños placeres, o un paseo en moto (o en bicicleta) atravesando campos de cereal recién nacidos, con esa pelusilla verde tan esperada después de varios meses de ocres y grises, sintiendo como brotan las lágrimas y casi al mismo tiempo se secan o se esfuman con el viento.
Lanzar piedras a una charca helada, sentir cómo cruje el hielo antes de romperse, escuchar el silencio o el canto de los pájaros que soportan el frío intenso hinchándose, ahuecando su plumaje, o simplemente tomar un baño de sol a resguardo del viento durante unos minutos son otros de esos placeres de los que apenas disfrutamos.

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