jueves, 9 de abril de 2009

Procesiones en la ciudad

Parece que van disfrazados, o que van a disfrazarse, con su capuchón y su manto bajo el brazo; desde luego van a participar en un acto colectivo, en una especie de unión común para conseguir más fuerza. Supongo que alguno de ellos siente que va a ser observado por miles de turistas y eso le gusta; tal vez a otros eso les desagrade y les suponga un esfuerzo adicional para poder concentrarse en sus oraciones o en su penitencia o en la expresión íntima de sus deseos, o en la sensación de fraternidad, de protección, de fuerza común.
Fuera del ámbito religioso parece increíble que miles de personas en algunas ciudades se movilicen cada año para posibilitar el colorido turístico de las procesiones sin obtener apenas nada a cambio, sujetos anónimos casi siempre, que sienten íntimamente el orgullo de pertenecer a una cofradía. Anoche escuchábamos en televisión a una mujer en Zamora que decía que tenía que haber una Semana Santa cada dos meses. Era una de sus formas supremas de realización personal. Todo parecía girar en torno a su participación en esas procesiones a pesar de que reconocía que todo en torno a ellas era muy machista, y que estaba costando mucho que algunas cofradías históricas evolucionaran hacia una cierta igualdad.
Dentro de las propias cofradías suele haber disensiones grandes entre algunos de sus miembros, relativas en gran medida al poder, a la forma de ejercerlo, al trabajo nunca remunerado, a los esfuerzos que unos hacen y otros no en la preparación para que todo pueda funcionar (pese a que aparentemente está todo ya organizado por siglos de tradición, debe haber un trabajo sucio detrás que algunos no estarán dispuestos a asumir), en la figuración y preeminencia en determinados ámbitos, en las donaciones (siempre aparece el dinero como motor en toda ocasión y circunstancia) que puedan hacerse de manera menos anónima de lo que debiera ser. Todo requiere un sacrificio personal en aras del funcionamiento colectivo que ya no suele tener esa función de socorro y de protección para los que fueron fundadas las más de estas cofradías. Ahora parece que la satisfacción es el lucimiento o el reconocimiento social, o la penitencia...

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