lunes, 17 de marzo de 2008

La intimidad de uno mismo

Hoy mientras caminaba absorto escuchando en mi MP3 a Cecilia Bártoli he notado una presencia a mi espalda. Era un hombre corpulento, impecablemente trajeado, caminando rápido un metro detrás de mí. Enseguida he descubierto que mi apercibimiento de su presencia era debido a un sonido que iba emitiendo: silbaba. Curioso como soy he bajado el volumen para reconocer inmediatamente que estaba silbando la misma melodía que yo escuchaba con mis cascos. Me ha sorprendido muchísimo la ¿coincidencia?. El disco de Cecilia Bártoli que escuchaba es un homenaje a la Mezzosoprano española María Malibrán, relativamente reciente, aunque espectacular. Mi sorpresa deriva de que: 1.- no conozco a mucha gente que haya escuchado este disco; 2.- coincidía exactamente en el tiempo la canción que escuchaba con la melodía que el señor silbaba; 3.- con el volumen que yo tenía en mis cascos era imposible que me escuchara. A partir de ahí he pensado que tal vez el fulano tuviese la rara habilidad de leer el pensamiento de los demás, o de escuchar frecuencias inaudibles para un oído corriente, aún sin él ser consciente de ello. Y ya desbarrando completamente me ha dado por pensar que cada uno de nosotros pudiera tener habilidades que no cuenta a los demás (porque no las conoce o porque forman parte de su intimidad) con lo que en realidad sólo nos conoceríamos (y escasamente) a nosotros mismos y desconoceríamos aspectos importantes sobre todos los demás. Sería terrible este descubrimiento. El mundo patas arriba en un instante. Los mecanismos internos de cada cual serían un misterio para los demás. Es como descubrir algo que todo el mundo sabe menos tú. En fin, tonterías de pensamientos.

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