miércoles, 26 de diciembre de 2007

Días de niebla: Navidad

He visto un belén fantástico, donde lo importante no eran las figuras, ni tal vez lo que representaban, sino el decorado, las casas, las calles, casas castellanas de pueblos en vía de extinción, construcciones de otras épocas que han llegado hasta no hace muchos años. Reflejaban la pobreza, la devastación, la imposibilidad de cuidar el patrimonio entre guerras y pobreza, el aprovechar de forma compulsiva todos los recursos existentes, aún a riesgo de destrozar toda la estética, a riesgo de perder la compostura incluso. Ese decorado transmitía frío, el mismo que hacía en la calle, en la que dos horas antes de que abrieran el comedor solidario en nochebuena dos personas hacían cola en la puerta, sin otra cosa mejor que hacer, acompañados por una niebla preciosa pero que helaba los huesos y deformaba las siluetas de los monumentos próximos.
He tenido la sensación de haber visto ese decorado o parte de él en tamaño real, en algún pueblo perdido de Castilla, de sentir el frío que transmitía y la efímera sensación de la Navidad, algo difícil de explicar, muy personal, muy individual, muchos años atrás.

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