martes, 18 de noviembre de 2008

Formas de leer

A menudo he reflexionado sobre las manías lectoras que adoptamos a lo largo de nuestra vida, desde que comenzamos de pequeños, en los que los más lectores devorábamos libros primero (cualquier cosa que nuestros padres dejaban en nuestras manos de entre los pocos disponibles en casa) y tebeos más tarde. Si hago memoria como seguramente cualquier persona de mi generación más o menos, podría acordarme de cada uno de los primeros libros que leí (alguno muchas veces, dado que no había otros nuevos para sustituirlos, lo de las bibliotecas o la abundancia de libros en la mayor parte de las casas es relativamente moderno); es verdad que pronto mis padres se encargaban de comprarnos un libro nuevo en cada una de las visitas que hacíamos a la ciudad, y ese era uno de los alicientes de aquellas visitas tan aburridas. En fin, aquellos libros se leían muy deprisa, pues casi nos los sabíamos de memoria. Por supuesto que las lecturas de los cómics eran una mezcla de contemplación de las imágenes y lectura rápida del texto. En resumidas cuentas, leíamos muy deprisa.
Ahora sin embargo no puedo desprenderme de una forma lenta y reflexiva de leer (sea el texto que sea), ello adquirido sin duda en los textos científicos, libros de matemáticas en los que cada párrafo era sutil y lleno de fórmulas o de deducciones lógicas difíciles de seguir. Quizás a partir de ese momento no pude ya leer cualquier cosa: despreciaba los libros que no tenían esa sustancia (aunque fuera pequeña) que me hiciera pensar, que necesitara de un poco de tiempo para comprender lo que trataba de contarse o de explicarse. Así, conseguí acercarme al ensayo y a la poesía, pero también a un tipo de novelas que no suelen coincidir con las más leídas pero sí con las consideradas por la crítica cómo las mejores, aquellas que tienen un valor añadido en la propia escritura, más allá de la historia que cuenten (que a veces no es más que un pretexto para la propia escritura). El problema es que me cuesta mucho leer periódicos con la frivolidad que se supone, aunque suele depender de las ganas de reflexionar que uno tenga. Soy consciente de que la mayoría de las veces los artículos periodísticos están escritos para ser leídos en diagonal, sin apurar demasiado el texto, pero esa lectura que hago cuando no hay más remedio o en determinados periódicos (por supuesto que hay artículos con mucha menos calidad que otros) por sistema (pues apenas he encontrado nada de calidad en ellos) me impide reflexionar acerca del sujeto del artículo, digamos leer entre líneas, ir un poco más allá de lo que está escrito.

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