miércoles, 14 de mayo de 2008

Orden

Siempre me ha obsesionado la idea de orden y organización del entorno e incluso del universo, pero no del orden en el sentido clásico de tenerlo todo colocado, sino en un sentido algo más metafísico, partiendo de la idea de que cada día, en cada uno de nuestros actos generalmente desordenamos un montón de cosas incluso aunque queramos evitarlo: creamos basura, interrumpimos montones de procesos naturales, interferimos en el desarrollo de ecosistemas, ensuciamos, desorganizamos el espacio. Sería un buen objetivo en la vida irnos con más orden del que había cuando llegamos. Hay más ideas de orden o de desorden: en países menos desarrollados, llama la atención la suciedad, la desorganización del espacio, los edificios en ruinas o en mal estado. En países más desarrollados, da la sensación de que están mejor acabados, más terminados: todo reluciente, las casas arregladas por dentro y por fuera, sin basura a la vista, sin pintadas en los edificios, todo coordinado. Este es el cambio de aspecto fundamental que ha experimentado nuestro país en los últimos 30 años, la educación necesaria para un cierto orden. Me refiero a educación global, y a un orden un poco particular, pero orden al fin y al cabo. Aún así, el desastre de automóviles enormes aglutinados en hora punta, cada uno con un solo ocupante, las fábricas que aprovechan cualquier lluvia o niebla para soltar lastre residual, las explanadas semiurbanas aún no construidas nos siguen provocando sensación de desorden galopante. Habría que pensar un poco en esto.

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