martes, 22 de octubre de 2013

Portadas de libros

Desde hace años, tengo pequeñas montañas de libros, bien recién adquiridos, bien en cola de lectura, algunos de ellos ya empezados, en varios lugares estratégicos de la casa. Puedo reconocer sus portadas con apenas un leve vistazo, recordar lo que leeré en los meses siguientes (esto no es cierto del todo, siempre se cuela alguna novedad o surge alguna inquietud nueva que me lleva a tal o cual libro), pero algunos de ellos están en esas pilas de libros porque sus portadas me gustaron, por los colores sabiamente elegidos, por las fotografías o los dibujos, en realidad por lo que prometen (que no siempre se corresponde con lo que al final resultan ser). Para mí esos libros personalizan mi espacio, lo dotan de vida, de promesas, me hacen reconocible el sitio donde vivo, aunque a veces también me causan desazón: cuando uno de esos libros lleva ahí demasiado tiempo sin que haya sido capaz de ponerme a leerlo, me desasosiega, querría ya haberlo leído, porque a veces me falta el tiempo, la voluntad o la energía para ir renovando esas pequeñas montañas, para ir leyendo lo que durante tantos días he anhelado. 
Mucho tiempo después de haber leído (o desechado) uno de esos libros, aún lo reconocería de un mínimo golpe de vista, sabría la editorial, el autor, el título, y si me he fijado bastante, sabría quién hizo la portada.

No hay comentarios: