lunes, 19 de enero de 2009

Leer poemas

No basta el intentarlo. Para abrir un libro de poemas hay que tener una predisposición especial, saber qué vas a encontrarte dentro, qué hermetismo, qué dificultad, qué belleza, cuál es tu estado de ánimo, cuál tu soledad, cuales tus posibilidades de disfrute. El abanico es muy amplio. Recomiendo a ser posible leer en voz alta, a ser posible también en el idioma original (aunque es muy recomendable tener una traducción al lado), y dejarse llevar por el sonido de nuestra propia voz, y releer, y no buscar nada en la primera lectura. Hace ya unos días que no leo poemas de nadie, y eso le resta ideas a mi vida, le resta romanticismo, le resta imaginación. Llevo varios años leyendo a Caballero Bonald, Somos el tiempo que nos queda, una antología poética, voluminosa, espléndida. Entre quienes leo y releo, Cavafis, Seamus Heaney, Fernando Pessoa, Raymond Carver, Baudelaire, Claudio Rodríguez, así a bote pronto. Cada uno de ellos puede alegrarme el día o la semana, o el mes. En cada uno de ellos encuentro inspiración, ideas, una voz o una presencia que me modifican el ánimo, que me perturban, que me hacen pensar mientras disfruto de un arte sublime, conceptual, lejos de la banalidad mundana que habita en la prensa, en la televisión, en las tertulias radiofónicas.

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