miércoles, 11 de abril de 2007

Berlín

Llena de costuras, pintoresca en el sentido más azaroso del término, plagada de historia, es una ciudad que se contempla bien sabiendo lo que allí ha pasado en los últimos 75 años. Se debate entre el olvido y el recuerdo, entre el turismo y la vida cotidiana. Como turista iba buscando recuerdos del horror, lugares concretos, retazos del cambio, y me he encontrado con al menos tres ciudades: una hipermoderna, un lugar del futuro como es Postdamer Platz, con espacios abiertos, lejos del abigarramiento que esperaba en una gran urbe; otra perteneciente al planeta americano, llena de sitios de comida rápida, de olores a chiringuito, de tiendas de medio pelo, y finalmente otra ciudad que está saliendo de las sombras, de la uniformidad de los años de dictadura comunista, con la ventaja de haber conservado en su seno museos, barrios, tranvías, quizás lo más parecido a lo que fue el Berlín de antes de la guerra. Nos faltó la noche, aunque la mayor parte de la ciudad se paraliza de noche.

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